Mateo 5:1-3
Vimos ayer que el Señor Jesús una vez que escogió a sus discípulos comenzó una etapa de preparación, de entrenamiento, y el Sermón del Monte es uno de esos momentos especiales que vivieron sus discípulos, en el que el Señor abrió su corazón y les enseño los principios fundamentales de su Reino. Podríamos decir que en cierto sentido les estaba describiendo cómo es el carácter de un ciudadano de su Reino y cuales son las consecuencias de vivir así.
En este sentido, nosotros al ser sus discípulos también necesitamos conocer el verdadero carácter de un ciudadano celestial, para así poder evaluarnos y caminar, de la mano de Dios, hacia la madurez de nuestro carácter.
Así comenzamos con la primera bienaventuranza. "Bienaventurado los pobres en espíritu..." Notemos que dice "los pobres en espíritu" no se trata de los pobres del barrio carenciado, no se trata del que no tiene ni una moneda en el bolsillo, hablamos del pobre en espíritu. Quisiera que recordemos una historia que narró el Señor Jesús, la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) en esta historia recordarás que cuando al hijo pródigo se le acabó el dinero no tuvo otra opción que trabajar en un chiquero alimentando a los cerdos. Estando en este lugar, dice el verso 17 de Lucas 15 que el hijo pródigo "volviendo en sí" se dio cuenta de su condición, del error que había cometido, de lo bajo que había caído, y de la gran necesidad que tenía de volver a su padre. Este cuadro nos grafica perfectamente esta bienaventuranza, pues bienaventurado es aquel que mira su condición y se da cuenta que necesita de su padre, se da cuenta que todo lo que le daba seguridad un día se acaba y lo único que queda es en realidad, lo que siempre hubo, una gran necesidad de estar al abrigo de su padre. El Reino de los cielos le pertenece a los pobres en espíritu, a aquellos que se vacían de si mismo, a aquellos que no confían en sus capacidades, a aquellos que solo viven para agradar a Dios y depender solo de él. Los pobres en espíritu se dieron cuenta que separados de Jesús nada pueden hacer, pues lejos de él nada son.
¿Me considero un pobre en espíritu? ¿Cuanto me aferro a mis capacidades, habilidades, aptitudes? ¿Podríamos afirmar que caminamos en su reino dependiendo solo de Dios?
Es importante resaltar que el pobre en espíritu, es pobre y seguirá siendo pobre toda su vida, pues siempre necesitara de Dios y nada podrá reemplazarlo.
Hoy es un buen día para examinarnos, vaciarnos y llenarnos solo de Dios.
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