Clamando en oración
Un oficial de la sinagoga (de aquel grupo que estaba viendo con desagrado a Jesús) se postró a los pies del Señor y le rogó por su hija. Ver a un hijo enfermo o en necesidad genera un dolor en el alma que no tiene explicación. Sin importar lo que las personas fueran a murmurar o lo que sus colegas religiosos le fueran a reprochar, este fariseo buscó a Jesús y le pidió que sanara a su hija. Jesús movido en misericordia lo acompañó.
Esta escena me llena de paz y confianza, ya que sin importar como hayamos tratado a Jesús, o las dudas que hayamos tenido, podemos acudir a él cuando estemos en necesidad y encontraremos un corazón misericordioso que acude a nuestro llamado.
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