Luego de una maravillosa experiencia en el mar, llegaron a la tierra de los gadarenos y ¡valla que recibimiento! un endemoniado salió a su encuentro, reconociendo que Jesús es el Hijo de Dios. Este pobre hombre estaba sufriendo, y muchos trataron de controlarlo con ¡cadenas! pero el demonio era mas fuerte. Como leemos en el relato el gadareno recorría todas esas tierras día y noche, gritando e hiriéndose. Al parecer ya era costumbre para el pueblo verlo así. Pero Jesús llegó y lo libró ¡Gracias Jesús! el que estuvo endemoniado le rogaba al Señor que le permitiera acompañarlo, pero recibió una misión "ve y cuéntales a los tuyos las grandes cosas que hizo el Señor por ti..." ¿Te imaginas el rostro de sus familiares al verlo llegar en su sano juicio? Pero en este día me quedé meditando en la reacción del pueblo al ver y enterarse de lo sucedido, le pidieron a Jesús que se fuera ¿qué? Sí, le pidieron que se fuera... ¿Podían convivir con un endemoniado pero no querían conocer al que lo libró? Aveces pienso que estamos tan lejos de Jesús que no podemos reconocerlo ni aunque lo viéramos hacer un milagro.
También pienso que aveces estamos tan acostumbrados a vivir en el chiquero que un buen baño nos parece una locura.
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