Marcos 11:1-11
Se acerca el día, se acerca la hora. Llegando a Jerusalén el Señor envía a buscar un burrito para ingresar montado en él a Jerusalén. No busca un carruaje real, ni siquiera una banda de música su ingreso fue tan humilde como su paso por todas las aldeas. Tal vez este era el momento que sus seguidores también estaban esperando, ¡Jesús vino a reinar e impartir justicia! Era el momento que todo judío esperaba de su Mesías. Pero el Señor sabía que su hora de morir se acercaba, ya llegaba el día de pagar el precio de nuestro pecado. Como vemos, su llegada a Jerusalén no pasó inadvertida, cientos comenzaron a alabar a Dios y a proclamar el día triunfal del Señor, pero su triunfo iba más allá de lo que sus discípulos se imaginaban, se trataba de la victoria sobre el pecado y nuestra libertad de la esclavitud espiritual.
Su entrada triunfal también fue predicha. Dice Zac 9:9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna. Humilde, su vida, su corazón siempre estuvo lleno de humildad. En Filipenses 2:5 encontramos, "la actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús". La humildad debería ser la característica sobresaliente de todo hijo de Dios. ¿Cómo se si mi carácter esta forjado con humildad? dice el verso 3 "No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos." Analicemos nuestro corazón a la luz de estos versículos.
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