Día Viernes
La noche anterior, luego de compartir la cena, Jesús y sus discípulos salieron al huerto de getsemaní como acostumbraban hacerlo. Allí Jesús le pidió a Pedro, Jacobo y a Juan que lo acompañaran para orar. Conociendo que su hora había llegado y que el peso de todo el pecado de la humanidad caería sobre él, comenzó a angustiarse y entristecerse en gran manera. Jesús sabía lo que pasaría, pero sus discípulos no tenían ni la mas pequeña idea.
Estaban en el huerto, el mismo lugar que frecuentaban siempre, por lo que era fácil encontrar a Jesús, pero él no se escondió, no huyo. Angustiado en gran manera busco a Dios, derramó su alma en oración sabiendo que no había otro camino más que la cruz.
Esa noche Jesús fue arrestado, sus
discípulos lo abandonaron, huyeron, mientras que al Señor lo llevaron para interrogarlo; se burlaron y golpearon, y en la madrugada del viernes lo llevaron ante el concilio para declarar. A medida que fueron pasando las horas, el Señor estuvo frente a Pilato, Herodes y la multitud que se había reunido en el palacio esperando la sentencia. Mientras los fariseos insistentemente, incitando al pueblo, gritaban a Pilato ¡crucifícalo!
En Isaías 53 encontramos, respecto de Jesús:
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La noche anterior, luego de compartir la cena, Jesús y sus discípulos salieron al huerto de getsemaní como acostumbraban hacerlo. Allí Jesús le pidió a Pedro, Jacobo y a Juan que lo acompañaran para orar. Conociendo que su hora había llegado y que el peso de todo el pecado de la humanidad caería sobre él, comenzó a angustiarse y entristecerse en gran manera. Jesús sabía lo que pasaría, pero sus discípulos no tenían ni la mas pequeña idea.
Estaban en el huerto, el mismo lugar que frecuentaban siempre, por lo que era fácil encontrar a Jesús, pero él no se escondió, no huyo. Angustiado en gran manera busco a Dios, derramó su alma en oración sabiendo que no había otro camino más que la cruz.
Esa noche Jesús fue arrestado, sus
discípulos lo abandonaron, huyeron, mientras que al Señor lo llevaron para interrogarlo; se burlaron y golpearon, y en la madrugada del viernes lo llevaron ante el concilio para declarar. A medida que fueron pasando las horas, el Señor estuvo frente a Pilato, Herodes y la multitud que se había reunido en el palacio esperando la sentencia. Mientras los fariseos insistentemente, incitando al pueblo, gritaban a Pilato ¡crucifícalo!
En Isaías 53 encontramos, respecto de Jesús:
...Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.
Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros.
Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.
Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte..."
En estas pascuas ¿qué recordamos? Pues que un día como hoy Jesús entregó su vida por todos nosotros, el sufrió el castigo de nuestros pecados.
Continúa diciendo Isaías:
"...Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca...
...Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los trasgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores."
Quisiera pedirte que tomes un minuto y medites en este gran acontecimiento. Nadie merecía la muerte de Jesús, nuestros actos nos condenaban, pero Jesús decidió ocupar nuestro lugar. Él ocupó tu lugar en la cruz.
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