Gálatas 3:1-6
En un ataque de sinceridad Pablo expresa lo que piensa de los gálatas, "¡Gálatas torpes!..." expresó. Con cuanta facilidad estaban siendo engañados, a pesar de haber escuchado y aceptado el mensaje de Jesucristo tan claramente, y de las manifestaciones del Espíritu Santo que experimentaron solo por sus decisiones de fe. Creo que el calificativo usado por el apóstol es el indicado, pero no solo en referencia a los gálatas sino también a nosotros. Pablo no entendía como podía ser posible que tan facilmente quieran volver a su antigua manera de vivir, esclavos de la ley, cuando el evangelio de Jesucristo les ofrece una mejor manera de vivir, la libertad en el Espíritu. Pues creo que Pablo diría lo mismo de nosotros si pudiera ver nuestra manera de vivir.
¡Pero que torpes somos! ¿cómo es posible que habiendo sido lavados y vestidos con ropas reales volvamos a revolcarnos en el lodo del cual fuimos rescatados? ¿como es posible que pretendamos ganar el favor de Dios a través de nuestros actos de piedad, cuando en realidad todo lo que tenemos proviene de Dios y solo por gracia a través de la fe? ¿qué merito hay en pretender ser alguien importante, si ante Dios todos somos iguales? Pues al buscar la grandeza con mi esfuerzo, solo encuentro la bajeza de mi carácter, ya que el camino a la grandeza está en el amor a Dios y el servicio al prójimo.
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