Gálatas 5:16-18
¿Alguna vez viste una lucha de la UFC? Se trata de peleas que combinan distintas disciplinas (artes marciales, boxeo, etc.), dos luchadores están encerrados en una jaula y gana quien somete a su contrincante. Este es un deporte muy agresivo y sangriento. Traigo a colación esto porque recuerdo haber visto una pelea en la que uno de los luchadores se llamaba "evangelista" y me recordó la lucha que también tenemos todos los hijos de Dios en nuestro interior. Se trata de una lucha sangrienta entre el espíritu y la carne.
En los versículos que leímos Pablo nos enseña no solo la diferencia entre la carne y el espíritu, sino también la gran lucha que existe en nuestro interior entre ambas. Es importante notar que la carne y el espíritu luchan por someter nuestra voluntad a sus deseos; y estos deseos son opuestos los unos de otros, no existe compatibilidad, no pueden convivir, ambas buscaran estar por encima de la otra. Como las peleas de la UFC no puede haber dos ganadores, no pueden convivir los dos en la jaula.
Por lo tanto creo que es claro que en nuestras vidas no podemos convivir con dos señores. Debemos dejar de mentirnos, debemos reconocer que uno de los dos esta ganando la pelea en nuestro interior. No podemos vivir una vida de santidad y a la vez permitirnos algunos pecados. ¿Puedes reconocer quien está ganando la batalla en tu interior?
Por último, los luchadores de la UFC solo está unos minutos en la jaula, se entrenan muy duro por mucho tiempo solo para pelear unos minutos. Pero en la vida cristiana nuestra lucha es cotidiana, de todos los días. Por lo tanto, cada día de nuestras vidas es una oportunidad para crecer y batallar. No debemos bajar la guardia, por que nuestro contrincante esta esperandonos. Nuestros deseos pecaminosos siempre están, pero no dejaremos que nos sometan si permitimos al Espíritu que nos guíe en la vida.
Por último, los luchadores de la UFC solo está unos minutos en la jaula, se entrenan muy duro por mucho tiempo solo para pelear unos minutos. Pero en la vida cristiana nuestra lucha es cotidiana, de todos los días. Por lo tanto, cada día de nuestras vidas es una oportunidad para crecer y batallar. No debemos bajar la guardia, por que nuestro contrincante esta esperandonos. Nuestros deseos pecaminosos siempre están, pero no dejaremos que nos sometan si permitimos al Espíritu que nos guíe en la vida.
Verso 16 "...dejen que el Espíritu los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa."
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