Hechos 20:24
¿Practicas algún deporte? o tienes algún video juego favorito? ¿te gusta perder? probablemente la respuesta sea que NO, a nadie le gusta perder. Mas aun si sos atleta profesional, te esfuerzas por alcanzar la meta. Nos sentimos mal si no lo logramos, tristes o con rabia; desilusionados o desafiados a dar más. Pero cuando ganamos, la alegría es inmensa al saber que tus esfuerzos valieron la pena, que lograste tu cometido, tu propósito, el fruto de tanto esfuerzo.
Tener un objetivo nos permite concentrar nuestra mente, fuerzas, recursos en el trabajo de alcanzar la meta. Hasta los errores cometidos cobran significados para no volverlos a cometerlos, corregir la dirección y acercarnos al objetivo.
En el versículo de hoy vemos a Pablo despidiéndose de la Iglesia de Efeso, triste por que no los volvería a ver, el Espíritu le había revelado que en Jerusalén le esperaban prisiones y sufrimiento. Pero él tenía un propósito por cumplir, un objetivo claro, y alcanzarlo era su máxima prioridad, sin importar las consecuencias. A tal punto de declarar que su vida carecía de valor para él con tal de terminar su carrera ¿cuál carrera? la de predicarles a todos el evangelio, las buenas noticias de Jesucristo.
Cuando conocemos a Jesús nuestras vidas cambian, nuestro sentido de vida y propósito son reemplazados por uno mas grande y con mayor significado. El Dios creador del cielo y la tierra nos llama a unirnos a su misión. El dijo "...yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia" y también antes de ascender al cielo nos ordenó "...vayan y hagan discípulos de todas las naciones..."
Pablo había entendido que no existía trofeo mas grande que el de ver a Jesús y poder decirle ¡terminé la carrera! cumplí con mi misión, y que sufrir hasta la muerte por su causa no tiene comparación al galardón de estar con el Señor Jesús.
¿Practicas algún deporte? o tienes algún video juego favorito? ¿te gusta perder? probablemente la respuesta sea que NO, a nadie le gusta perder. Mas aun si sos atleta profesional, te esfuerzas por alcanzar la meta. Nos sentimos mal si no lo logramos, tristes o con rabia; desilusionados o desafiados a dar más. Pero cuando ganamos, la alegría es inmensa al saber que tus esfuerzos valieron la pena, que lograste tu cometido, tu propósito, el fruto de tanto esfuerzo.
Tener un objetivo nos permite concentrar nuestra mente, fuerzas, recursos en el trabajo de alcanzar la meta. Hasta los errores cometidos cobran significados para no volverlos a cometerlos, corregir la dirección y acercarnos al objetivo.
En el versículo de hoy vemos a Pablo despidiéndose de la Iglesia de Efeso, triste por que no los volvería a ver, el Espíritu le había revelado que en Jerusalén le esperaban prisiones y sufrimiento. Pero él tenía un propósito por cumplir, un objetivo claro, y alcanzarlo era su máxima prioridad, sin importar las consecuencias. A tal punto de declarar que su vida carecía de valor para él con tal de terminar su carrera ¿cuál carrera? la de predicarles a todos el evangelio, las buenas noticias de Jesucristo.
Cuando conocemos a Jesús nuestras vidas cambian, nuestro sentido de vida y propósito son reemplazados por uno mas grande y con mayor significado. El Dios creador del cielo y la tierra nos llama a unirnos a su misión. El dijo "...yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia" y también antes de ascender al cielo nos ordenó "...vayan y hagan discípulos de todas las naciones..."
Pablo había entendido que no existía trofeo mas grande que el de ver a Jesús y poder decirle ¡terminé la carrera! cumplí con mi misión, y que sufrir hasta la muerte por su causa no tiene comparación al galardón de estar con el Señor Jesús.
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