Filipenses 2:1-4
Continuando con la meditación de esta carta observamos en este capítulo una de las expresiones mas hermosa de la persona de Jesús, pero antes de llegar a ella, me detuve en estos primeros versículos.Como vimos anteriormente, la iglesia de Filipos continuaba creciendo y sirviendo. Pablo estaba muy contento con ellos y deseaba poder volver a verlos. Sus problemas no eran doctrinales, sino más bien comunes a nuestra humanidad, el egoísmo, la vanidad, las diferencias en el servicio.
Cuando estamos involucrados en el servicio una de nuestras luchas comunes es con nosotros mismos, con nuestro egoísmo. Esperamos ser reconocidos públicamente o un "¡bien hecho, excelente trabajo!" tal vez calme nuestro ego. ¿Pero cómo nos sentimos cuando nadie nos dice nada de nada luego de una jornada de servicio? Claro que puede haber personas que prefieren servir en el anonimato y sentirse solo reconocidas por el Señor. Pero los conflictos en el servicio a Dios son comunes encontrarlos, porque no somos perfectos, porque luchamos con nuestro egoísmo y vanidad. Pero como dijo Pablo, Dios comenzó una obra en nosotros y la irá perfeccionando (verso 1:6).
Así como el Señor Jesús enseñó a sus discípulos a poner al otro en primer lugar. Aquí Pablo también lo recuerda, y exhorta a la iglesia a servir con humildad, a considerar a los demás como superiores a uno mismo, y a buscar el bien del otro y no solo el mio.
Cuando estemos involucrados en el servicio recordemos, no demos lugar al egoísmo y la vanidad en nuestros corazones, más bien sirvamos con humildad, considerando a los demás como superiores a nosotros, pues fuimos llamados a servir, como nuestro Señor, y no a ser servidos (Mr. 10:45)
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