Toda una multitud seguía a Jesús, adultos, niños, ancianos, por curiosidad o necesidad buscaban a Jesús. Cuando pasaron por cierto camino había en ese lugar un mendigo llamado Bartimeo, que era ciego. Cuando se enteró que Jesús, junto a una multitud, pasaba cerca de él, comenzó a gritar ¡Jesús Hijo de David, ten misericordia de mi! Insistentemente gritaba, para que el Señor lo escuchara. Tal vez pensó que esta era su única oportunidad de ser sanado, por que estando Jesús en otros pueblos ¿quién lo guiaría a él?. Tanto insistía que algunos trataron de callarlo pero él mas fuerte gritaba. Pensemos por un momento, Bartimeo era ciego, mendigo y gritaba por ayuda, pero algunos trataban de callarlo. Podríamos decir ¡qué insensibles , la multitud había visto a Jesús hacer muchos milagros, ¿porqué no ayudaron a este mendigo? Pero ¿sabes lo que pienso?, que muchas veces actuamos como ellos, pasamos de largo ante la necesidad de les personas que nos rodean, no queremos oír los gritos de los necesitados, preferimos la comodidad de nuestros templos en ves de salir a buscar a los que necesitan de Jesús.
Por otro lado, me alegro mucho por Bartimeo, él insistió y Jesús lo llamó. Bartimeo no dejo que la gente lo callara, insistió y Jesús lo sanó. Cuantas veces dejamos de orar porque no vemos una respuesta de Dios, o no vemos la respuesta que deseamos. Debemos orar sin cesar, clamar a Dios y esperar en él.
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