
Con motivo de un censo decretado por Augusto César, José y María fueron a Belén
para inscribirse, ya que José era descendiente de David. De seguro muchas
personas fueron para ser censados, por eso no habría quedado lugar de hospedaje
para ambos y solo encontraron un establo para pasar la noche. Estando ya
instalados se cumplió el tiempo del embarazo y nace Jesús el Hijo de Dios,
primogénito de José y María, el unigénito Hijo de Dios.
El
nacimiento del Salvador en la ciudad de Belén fue predicho:
Miqueas
5:1 Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que
gobernará a Israel; sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos
inmemoriales.
El apóstol Pablo dijo en Gálatas 4:4,5 Pero
cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido
bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos
adoptados como hijos.
No fue casual el censo, no fue casual que al llegar a Belén se
cumpliera el tiempo para el nacimiento. Tampoco fue un nacimiento más de entre
tantos, fue un nacimiento especial y único, ya que nació el Hijo de Dios, el
Salvador del mundo.
Este es el acontecimiento que recordamos en esta fecha, el
nacimiento del Salvador.
Jesús nació, y como dice Gálatas “...a fin de que fuéramos
adoptados como hijos”. Creo que la mejor fiesta que podemos tener, el
motivo más grande para festejar es el nacimiento del Salvador, el nacimiento de
Jesús en nuestros corazones.
El significado de la Navidad - Parte I
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