Los Fariseos y
escribas eran personas muy respetadas, se consideraba que sus palabras estaban
llenas de sabiduría y que su conducta intachable les hacía merecedor del Cielo.
Creo que todos tenemos algo de fariseo en el corazón. Consientes o no tratamos
de agradar a Dios con nuestros hechos, pero ese no es el problema ya que sí debemos esforzarnos para que nuestras vidas agraden a Dios. El problema surge
cuando en realidad con nuestros hechos buscamos ser merecedores del favor de
Dios, yo me comporto como un santo entonces Dios debe recompensarme. Los
religiosas de la época no solo eran celosos de los mandamientos del Señor sino
que consideraban los reglamentos impuestos por ellos mismos como si tuvieran el
mismo valor, Jesús les dijo “mas en vano me rinden culto, enseñando como doctrina preceptos de
hombres” Pero el Señor dejo bien en claro donde se encuentra la raíz del
problema del hombre: en el corazón. No en la economía, o la política, la
religión, o la familia… es el corazón. Jesús les dijo “este pueblo con los
labios me honra, pero su corazón esta muy lejos de mi”
Sin tener en cuenta las actividades religiosas que
realizamos cotidianamente, ¿podríamos afirmar que nuestro corazón está cerca de
Dios?
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