¿Escuchaste la frese "cada familia es un mundo"? se la utiliza para hacer referencia a las características particulares y únicas de cada familia, así podemos encontrar que los hijos se parecen físicamente a sus padres, o tienen una forma muy particular de comunicarse, y hasta por supuesto resuelven sus conflictos de determinada manera. Esta tendencia en algunas familias es muy notable, de tal forma que ante distintas situaciones podríamos deducir como reaccionarían.
Como hijos de Dios, conocemos que formamos parte de la familia de Dios (Ef 2:19) y él es nuestro Padre, y como toda familia también tenemos características muy particulares y únicas. Así podemos encontrar a un Apóstol Pablo describiendo la conducta que debe tener un hijo de Dios; nos enseña como debemos relacionarnos como hermanos, y nos anima a parecernos cada día mas a nuestro hermano mayor, Jesús.
El Apóstol Juan también nos describe características de la familia del reino, como la que acabamos de leer.
El Apóstol Juan también nos describe características de la familia del reino, como la que acabamos de leer.
Los que han nacido en la familia de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque la vida de Dios está en ellos. Así que no pueden seguir pecando, porque son hijos de Dios. (verso 9)
Cuando no conocíamos a Dios, nos comportábamos como hijos de este mundo, nuestra vida se caracterizaba por la oscuridad, nuestra conducta era pecaminosa y esto nos parecía lo normal. Cuando entregamos nuestra vida a Jesús todos nuestros pecados fueron perdonados y fuimos adoptados en la familia de Dios.
En el verso que leímos tenemos una característica clave, si soy hijo de Dios no puedo practicar el pecado, no puedo seguir pecando como en mi antigua vida, pues ahora la vida de Dios está en mi.
En el verso que leímos tenemos una característica clave, si soy hijo de Dios no puedo practicar el pecado, no puedo seguir pecando como en mi antigua vida, pues ahora la vida de Dios está en mi.
Esta es una maravillosa noticia, ya que cuando te enfrentes al pecado cada día, recuerda que Jesús quitó el pecado de tu vida, él pagó el precio de tu libertad, y la oscuridad ya no tiene poder sobre ti, pues la vida de Dios se derramó en tu interior, y aunque peques su Espíritu te alienta siempre a volver a él.
Si invitaste a Jesús a tu vida, reconociendo que él murió en la cruz por tus pecados, entonces hoy y por los siglos seguirás siendo un hijo de Dios. ¿Cómo te comportarás frente a la tentación? ¿cómo puedes vivir esas características únicas de un hijo de Dios en este día?
Gracias por tan maravilloso devocional, lo compartiré con mis hermanos!!
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